jueves, marzo 23, 2017

El mejor de los Besos
Era jueves, un día fresco y poco soleado, nubosidades que advertían la llegada de lluvia. Transcurría un día normal en la universidad, recibiendo las clases ya acostumbradas. A las dos de la tarde termino la jornada y como de costumbre me despedí de mis compañeros, caminé con mi mejor amiga hacia la salida. Me despedí de ella con un beso en la mejilla y un abrazo ya que nos veríamos hasta el lunes de la siguiente semana. Al llegar a casa una leve brisa caía sobre la ciudad, me puse soñoliento y fui a tomar una siesta. A las cuatro con cincuenta minutos de la tarde me despierta un mensaje de texto que llegó a mi celular; era mi mejor amiga y decía "honey, necesito un favor. Por favor llámame". Me resultó muy extraño e inmediatamente la llamé.
-Hola, ¿pasa algo?
-No he logrado conseguir transporte para viajar a mi casa (ella vivía en otra ciudad).
-¿Has pasado toda la tarde así y hasta ahora me contactas?
-Lo siento, la verdad pensé que lograría conseguir algo. Ya que tú vives en esta ciudad ¿Podrías darme la dirección de algún hospedaje barato para pasar la noche?
-¿Dónde estás?
-En el centro comercial
-Espérame ahí.
Avisé en mi casa que saldría por un momento; tomé mi billetera y me dispuse a buscar a mi amiga. Cuando llegue al centro comercial la abracé y le dije que debió avisarme antes; ella solo me abrazo y dijo “lo siento”. Le dije me acompañará a comprar pizza. Entonces entramos al Food Court del centro comercial y compramos dos pizzas familiares. Mientras esperábamos por nuestras pizzas ella me dijo que necesitaba comprar toallas femeninas, por lo cual nos dirigimos a un supermercado que estaba cerca. Compramos las toallas y luego regresamos y retiramos las pizzas. Cogimos un taxi y yo amablemente le di la dirección al señor taxista. Al llegar a nuestro destino ella me preguntó por el lugar, y yo le respondí que era mi casa.
Al llamar a la puerta mi madre amablemente nos abrió, las presenté y le di una de las dos pizzas a mi mamá. Subimos las escaleras hasta llegar a mi cuarto. Le presté mi baño y le dije que se duchara para luego que se pusiera la toalla femenina. Me gritó que le prestara una toalla de baño. Al cabo de unos minutos salió del baño muy apenada.
-Qué pasó. Le dije
-Manché mi ropa interior. Se ruborizó y sus lindos ojos querían soltar lágrimas.
 La abracé muy fuerte y le dije que no tuviera pena por eso ni se preocupara pues yo ayer me había comprado boxers. Le di un bóxer verde y una camisa de mi equipo favorito de baloncesto. Se fue al baño y luego finalmente salió tranquila. Se veía tan sexy con esa camisa, sus rizos color negro como la noche y una sonrisa tan perfecta como de ángel. Me acompañó a la cama. Prendí la televisión y abrimos la pizza. Veíamos la película El Plan B, y degustábamos de una deliciosa pizza de Pepperoni y doble queso. Al terminarnos la pizza, le dije que llamara a su casa. Hablo con su mamá, le dijo todo lo sucedido y finalmente colgó la llamada.
Me abrazo y dijo que era el mejor amigo que ella tenía. Respondí a su abrazo y le dije que yo igual y que la quería mucho. Nos cobijamos y abrazamos, permanecimos viendo la película hasta que ella quedó dormida se veía tan delicada y tierna como un bebé; entonces,  apagué el televisor y la abracé.
Al día siguiente desperté muy temprano. Bajé hacia la cocina donde piqué cebolla, culantro, chiltoma, tomates, y un poco de chile. Preparé con estos una salsa ranchera. Prepare café, calenté leche, hice gallopinto, tosté pan, y preparé dos huevos enteros para cada uno. Cuando el desayuno estuvo listo se lo llevé a la cama, para mi sorpresa ella ya había despertado. Tenía un desastroso pero sexy cabello, su rostro era tan radiante como el sol por las mañanas.
-Qué rico aroma. ¿Qué cocinaste? Preguntó muy interesada.
-¿Por qué no lo ve usted misma, señorita? Respondí, invitándola a ver.
-Al fin tendré el placer de probar algo cocinado por usted, señorito! Exclamó en tono de burla.
Solamente sonreí y nos dispusimos a desayunar. Al terminar el desayuno le dije que llamara a su madre. Casi al instante su celular comenzó a sonar; era su madre preguntando como había pasado la noche. Ella entonces dijo “-justamente iba a llamarte... Todo tranquilo... No, como crees, si me ha tratado como si fuera una reina; y justamente fue él quien me dijo que te llamara... Jajaja, no, él es mi mejor amigo... OK, nos vemos luego”- si mi audición no está mal aseguraría haber escuchado a su madre decir que me quería como yerno.
Seguíamos en la cama y veíamos una película de comedia. Al pasar de los minutos algo ocurría. Nuestras miradas se cruzaban y no eran más que miradas de lujuria y deseo. Luego de cinco minutos así, ocurrió lo que yo estaba esperando -que ella diera el primer paso- ella se subió con firmeza sobre mi vientre así como un jinete monta su caballo, sujetó entre sus dedos con fuerza mi cabello y acercó sus hermosos y carnosos labios contra los míos. Me dio el beso más rico que se ha dado en éste mundo. Merecedor de un premio, aquel beso mostraba dos almas completamente desnudas, era el bien y el mal luchando por ejercer soberanía uno sobre el otro. Mis manos apretaban su hermoso y redondo trasero, mientras nuestras lenguas realizaban la más exquisita lucha cuerpo a cuerpo, nuestros labios obtenían algunos leves y excitantes mordiscos. El beso era dulce, apasionado, profundo y sumamente húmedo.

Repentinamente escuché mi celular sonar y desperté; pues en realidad estaba profundamente dormido. Mi boca estaba llena de baba tras haber soñado con el más rico y mejor beso que he disfrutado en mi corta vida.

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